El gobernador Tony Gali está a punto de concluir su breve pero productivo periodo al frente del poder Ejecutivo de Puebla.
Y lo hace como lo ha hecho siempre: cumpliendo.
Veamos.
Cumple, primero, consigo mismo.
Esto, porque fiel a su visión de la vida, “si no vas a hacer algo bien, mejor no lo hagas”.
Cumple consigo porque nunca escatimó esfuerzos, energía, intenciones y menos inteligencia para atender los asuntos públicos.
Cumple con su familia, cuya cercanía le inyecta confianza, seguridad y tranquilidad.
Cumple con Dinorah López de Gali y ella cumple con su compromiso en el SEDIF.
Cumple con su gabinete, el cual encabezó con igual energía, firmeza y sensibilidad.
El gobernador Tony Gali cumple sus compromisos de campaña.
Cumple los que firmó ante notario y aquellos que firmó en hojas arrugadas que le entregaba la gente en campaña.
Lo mismo en Puebla capital que en la inspectoría más alejada de la junta auxiliar del municipio de Francisco Z. Mena.
Cumple con sus ofrecimientos a campesinos, empresarios (no olvidar el ISN), a mujeres víctimas de violencia, a jóvenes por quienes enfrentó la trata de personas, y cumple con los hijos de mujeres que ven en sus ojos el futuro de Puebla.
Gali cumple y se va, como he dicho, sin deudas ni agravios.
El gobernador, como lo ha hecho en todas sus responsabilidades públicas, cumple con la tarea de administrar bien.
La gestión pública implica la toma de decisiones. Unas duras y otras más leves, pero todas importantes.
Cumple con eso. Con templanza para los momentos difíciles y con alegría en los tiempos cómodos.
Cumple con la Federación, pero también con los municipios. Con los 217.
Tony Gali cumple así un mandato breve pero con más resultados que muchos otros que han sido tan largos como inútiles.
Al margen de todo, Tony cumple con Puebla y con los sueños de cientos de miles que votaron por él con la esperanza de que Puebla mejorara. Y les cumplió.
Gracias y nos leemos el lunes, pero antes nos encontramos en
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